Friday, October 30, 2015

"Eres como uno más"

Las mujeres nos pasamos la vida intentando dejar de ser invisibles, intentando gritar más alto a ver si así nos ven, esforzándonos el triple para lo que se consigue casi sin esfuerzo. Y es que, en un mundo en el que un hombre es el visibilizado (en la política, en los deportes retransmitidos por televisión, etcétera) es difícil no intentar ser visible de alguna manera.

Y la manera en la que lo intentamos, inconscientemente, es intentando pertenecer al grupo dominante. En un mundo donde mandan los estereotipos y estamos subyugados a éstos, encontramos dos grandes polos donde concentrar todo tópico: están las cosas de chicos y las cosas de chicas.

Las cosas de chicos molan. Estar haciendo algo comúnmente de chicos es algo positivo. Si me obsesiono con una boyband o con un programa de cotilleo soy tonta (porque son "cosas de chicas") pero si me obsesiono viendo los deportes soy genial, la chica que todo hombre quisiera tener (porque aquí lo que importa es todo lo relacionado con ellos, no con nosotras: si hacemos algo porque queremos vale, pero que les guste).

Nos han obligado a cumplir ciertos estereotipos que se esperan de nosotras y nos han dicho que son inferiores a los estereotipos que se les obliga cumplir a ellos. Pasar dos horas maquillándote es una pérdida de tiempo, pero pasarte dos horas arreglando un coche te hará una chica a la que mirar diferente. Nosotras así lo aprendimos: habla de fútbol y te harán un poco de caso, habla de moda y soltarán suspiros o te dirán lo superficial que eres. Porque una chica vistiendo de azul es irrelevante, pero un chico vistiendo de rosa se llevará burlas. Porque una chica con pantalones fue una revolución, pero un chico con una falda se llevaría más de una reprimenda. Imitar lo que hace un hombre nos sube de nivel, mientras que imitar lo que hace una mujer, los baja.

«Necesito feminismo porque "no soy como las otras
chicas" se considera una cualidad.
Acabemos con el odio a las chicas.»
Cuando tu grupo de amigos te dice "eres como uno más", lo que te está queriendo decir es "no te voy a tratar como trato a las demás mujeres" y no nos damos cuenta de lo triste, misógino y repulsivo que puede llegar a ser eso. Pero es que "eres como uno más" significa que nos van a respetar, que no van a intentar ligar con nosotras hasta la saciedad, no van a inventar una frienzone que nos culpe de querer ser sus amigas, que no van a vernos sólo como un cacho de carne con agujeros. Que nos van a hablar de temas que ellos consideren importantes y nos van a escuchar cuando tengamos algo que decir: en fin, que nos van a tratar como a una persona. Así, cuando a nosotras se nos dice eso respiramos aliviadas, porque seremos visibles, aquello por lo que llevamos luchando, sin percatarnos, desde que nacimos.

No seremos pocas a las que se nos ha intentado halagar diciéndonos "no eres como las demás chicas" porque no cumplamos los estereotipos que nos induce la sociedad o porque de verdad piensan que nos están piropeando. 

Y yo, después de años intentando llegar a ser como uno más, desisto: no quiero subir de nivel si no es con todas. Yo sí que soy como las demás chicas. No quiero alejarme de la que chilla cuando ve una cucaracha ni de la que se acerca a verle las antenas. No quiero alejarme de la que no habla de cagar ni de la que se tira eructos delante de sus amigas. Yo sí que soy como todas esas chicas. Y todas estas chicas somos maravillosas. Las que se maquillan y las que hablan de motos. Las que se lesionan jugando a fútbol y las que lo hacen bailando ballet. Las que dicen palabrotas y a las que pisas y dicen jopetas. Las que van a la Fashion Week y las que van a ver la Fórmula 1. Las que leen El club de la lucha y las que prefieren el Hola. Yo sí que soy como las demás chicas, porque ser como las demás chicas no es un insulto, es un orgullo. 

Thursday, October 22, 2015

La mujer naturalmente perfecta

La mujer naturalmente perfecta. O lo que nos dice la televisión que es la perfección. Una mujer sin heridas, estrías o marcas de cualquier tipo. Una mujer con los ojos lo suficientemente grandes como para entrar en los cánones occidentales. La nariz chata y los labios carnosos. Las pestañas largas y negras sin necesidad de rimel. La piel suave y lisa sin necesidad de maquillaje o crema. El pecho grande, pero firme. La cadera estrecha, el culo prominente, las piernas separadas y largas.

Esa imagen que todos tenemos en la cabeza no es sinónimo de perfección sino de photoshop. La mujer naturalmente perfecta no existe. La televisión -sorpresa- nos miente. La sociedad -sorpresa- nos impone un canon imposible. Y no sólo imposible, sino peligroso.

El consejo está equivocado de destinatario
no debemos decir a las personas "cuídate"
o "adelgaza". Tenemos que decirle a la
sociedad: deja de intentar avergozarnos
por nuestro cuerpo.
Resulta que la mujer naturalmente perfecta es un concepto  inventado desde la hipocresía más brutal del patriarcado. Natural significa tener los pechos firmes sin operarse, pero también teñirse o cortarse el pelo si hace falta. Natural significa no tener ni una sola estría a pesar de haberte desarrollado, pero también depilarte todo el cuerpo aunque, como humanas que somos, el pelo crezca. Natural significa lo que a ellos les convenga que natural signifique.

Cuando te dicen "las mujeres estarían más guapas al natural", "a mí lo que me gusta es una chica natural, sin maquillaje ni operaciones", en realidad te están diciendo "yo quiero a la mujer naturalmente perfecta: quiero que no se ponga maquillaje porque ya tenga la piel lisa, que no le haga falta rimel porque tenga unas pestañas largas y negras, que no se opere los pechos porque los suyos desafíen a la gravedad siendo grandes y firmes".

Por eso, lo más jodido de su canon de belleza no es que nos pasemos la vida suspirando por ser alguien que no somos, no es sólo que nos sintamos inferiores por haber nacido de determinada manera. Es que resulta que esforzarse por llegar a ello no vale.

Era de esperar. Somos feas si no nos maquillamos y somos superficiales si lo hacemos. ¿No entras en los cánones? Fea. ¿Entras en los cánones después de haberte esforzado, gastado dinero y tiempo? Superficial, falsa, mentirosa.

Se van a encargar de decirte que los pechos pequeños no valen y se van a encargar, si te operas, en decirte que los pechos operados no cuentan. Que la que come mucho y no engorda es genial, estupenda y envidiable pero, si te pones a dieta y te esfuerzas en intentar llegar al canon, estás obsesionada. Se van a encargar de hacerte creer que no sólo eres criticada por no cumplir los cánones de belleza sino que también vas a serlo por intentar cumplirlos.

Claro, ojalá vivamos un mundo futuro donde las niñas nazcan con un cuerpo que jamás consideren castigo, sino compañero. Ojalá las niñas con pecho pequeño no escuchen de la televisión que es un defecto y no una mera característica física. Mientras tanto, intentemos amar nuestros cuerpos, respetemos a las que se quieren tal y como son y, también, a las que necesitan un cambio para quererse dentro de una sociedad que, prácticamente, las obliga aunque las rechace después.
Debora adora sus pequeños pechos mientras que
Danielle ha elegido someterse a un aumento
de pecho. Chicas, ¡la elección es vuestra!
Es tu cuerpo y tú deberías tomar la decisión
que te hiciera más feliz.

El sistema nos crea un rechazo a unas supuestas imperfecciones (estas sí, naturales pero de las que no valen) y, a la vez, que aunque consigamos eliminarlas, no va a valer de nada porque no nacimos así. Quieren que nos hinchemos a hamburguesas pero que estemos delgadas, que no usemos cremas o cosméticos pero que parezcamos recién salidas de anunciar algún producto de Nivea (sin echarnos ni una pizca, recordad). Quieren castigarnos por haber nacido sin cumplir el canon, quieren castigarnos por crecer, desarrollarnos, por algo que no hemos elegido. Quieren avergonzarnos por ser naturales y, a la vez, por querer ser perfectas según sus cánones. Y nos olvidamos de que ya somos la mujer naturalmente perfecta, la de verdad, que es todas y cada una de nosotras. Porque existimos y eso es prueba suficiente de nuestra naturalidad, porque nos merecemos querernos y eso es prueba suficiente de nuestra perfección. Dejemos de sobrevivir encerradas en un cuerpo y aprendamos a vivir con él, porque es nuestro, porque somos nosotras: y no habrá nada mejor que eso.




«Y le dije a mi cuerpo "quiero ser tu amiga". Exhaló un hondo suspiro. Y contestó "he estado esperando toda mi vida para esto"», Nayyirah Waheed