Las mujeres nos pasamos la vida intentando dejar de ser invisibles, intentando gritar más alto a ver si así nos ven, esforzándonos el triple para lo que se consigue casi sin esfuerzo. Y es que, en un mundo en el que un hombre es el visibilizado (en la política, en los deportes retransmitidos por televisión, etcétera) es difícil no intentar ser visible de alguna manera.
Y la manera en la que lo intentamos, inconscientemente, es intentando pertenecer al grupo dominante. En un mundo donde mandan los estereotipos y estamos subyugados a éstos, encontramos dos grandes polos donde concentrar todo tópico: están las cosas de chicos y las cosas de chicas.
Las cosas de chicos molan. Estar haciendo algo comúnmente de chicos es algo positivo. Si me obsesiono con una boyband o con un programa de cotilleo soy tonta (porque son "cosas de chicas") pero si me obsesiono viendo los deportes soy genial, la chica que todo hombre quisiera tener (porque aquí lo que importa es todo lo relacionado con ellos, no con nosotras: si hacemos algo porque queremos vale, pero que les guste).
Nos han obligado a cumplir ciertos estereotipos que se esperan de nosotras y nos han dicho que son inferiores a los estereotipos que se les obliga cumplir a ellos. Pasar dos horas maquillándote es una pérdida de tiempo, pero pasarte dos horas arreglando un coche te hará una chica a la que mirar diferente. Nosotras así lo aprendimos: habla de fútbol y te harán un poco de caso, habla de moda y soltarán suspiros o te dirán lo superficial que eres. Porque una chica vistiendo de azul es irrelevante, pero un chico vistiendo de rosa se llevará burlas. Porque una chica con pantalones fue una revolución, pero un chico con una falda se llevaría más de una reprimenda. Imitar lo que hace un hombre nos sube de nivel, mientras que imitar lo que hace una mujer, los baja.
«Necesito feminismo porque "no soy como las otras chicas" se considera una cualidad. Acabemos con el odio a las chicas.» |
No seremos pocas a las que se nos ha intentado halagar diciéndonos "no eres como las demás chicas" porque no cumplamos los estereotipos que nos induce la sociedad o porque de verdad piensan que nos están piropeando.
Y yo, después de años intentando llegar a ser como uno más, desisto: no quiero subir de nivel si no es con todas. Yo sí que soy como las demás chicas. No quiero alejarme de la que chilla cuando ve una cucaracha ni de la que se acerca a verle las antenas. No quiero alejarme de la que no habla de cagar ni de la que se tira eructos delante de sus amigas. Yo sí que soy como todas esas chicas. Y todas estas chicas somos maravillosas. Las que se maquillan y las que hablan de motos. Las que se lesionan jugando a fútbol y las que lo hacen bailando ballet. Las que dicen palabrotas y a las que pisas y dicen jopetas. Las que van a la Fashion Week y las que van a ver la Fórmula 1. Las que leen El club de la lucha y las que prefieren el Hola. Yo sí que soy como las demás chicas, porque ser como las demás chicas no es un insulto, es un orgullo.