Friday, November 13, 2015

El maltrato invisible I

Él era un chico muy normal. Con su carrera o no, su trabajo o no. Sus amigos e incluso sus amigas. Sus aficiones, sueños y ambiciones.

¿Y por qué no iba a serlo?

También son muchas las personas que consideran normal todo lo que ocurre antes de la sorpresa.

Si él sólo le levantaba la mano, pero nunca le dio. Al menos delante de mí. Él no era machista, es sólo que era muy tradicional. Él se ponía celoso, pero eso es porque la quería y tenía miedo de perderla. Él controlaba sus amistades pero era por su bien. No me vayas a decir ahora que decirle a alguien que sólo pase tiempo contigo es violencia de género. Es imposible que fuera violencia de género porque él la quería mucho. Él lo haría todo por ella: moriría por ella, mataría por ella. Le resultaría imposible una vida sin ella. Fíjate si la quiere que una vez ella cortó la relación y él lucho por ella hasta que la reconquistó: la esperaba en la puerta de su casa, en la puerta de su colegio. Con flores, más mono él. Tenían discusiones fuertes, según contaba ella, pero es que quien se pelea se desea. Además, es que él era muy pasional. Luego se arrepentía y siempre le pedía perdón de la forma más bonita. Era un romántico.

Así de normal nos parece el maltrato, que incluso no sabemos percibirlo hasta que no vemos hostias. Y ojalá todo empezara con una, así nos resultaría de lo más fácil mandar a la mierda a nuestro maltratador y salir echando leches. Pero el maltrato invisible -o invisibilizado- es el que nos hace aceptar lo de después. Y el maltrato invisible -el emocional- por sí sólo ya acarrea graves consecuencias al desarrollo de una persona después de haberlo sufrido.

Y pasa desapercibido por las formas de comunicación, es difícil detectarlo y mucho más para la persona que lo está sufriendo. Un maltratador no te prohíbe hacer algo porque tú ya sabes que nadie te obliga a nada -eso sí nos han enseñado que es maltrato- pero hay muchas formas de obligar. Un maltratador no te dirá que no salgas más con tus amigos, te dirá que le hace daño verte con otros, se pondrá a llorar y usará cualquier tipo de chantaje para que te sepa mal volver a hacerle daño. Te culpará a ti, indirectamente, del daño que le causan los celos, y toda solución recaerá en ti. Y ahí te quedas tú, eligiendo si hacer daño a la persona que quieres o no -al menos así se ha encargado él de hacértelo ver.

Un maltratador no te va a hacer sentir mal por tu físico de forma directa. Usará el silencio cuando lleves algo que no le gusta y burlas sobre tus complejos para que seas consciente de ellos. Y luego te va a decir que para él eres perfecta. Toda tu autoestima se hundirá en la miseria, si no lo está ya por los cánones de belleza, y él te recordará una y otra vez que para él sí que eres guapa. Sentirás que sólo él es capaz de ver tu belleza y que es toda una suerte que le hayas encontrado.

Te sentirás infravalorada en gustos, valores y aficiones. Porque lo que tú haces no cuenta, lo que tú tengas que decir no es demasiado importante y seguramente tu opinión no sea bien recibida. Pero eso no te lo va a decir pegándote, eso te lo va a transmitir con silencios, con sarcasmos, imitaciones o con miradas. Una simple mirada le bastará para hacerte saber que lo que has dicho le ha enfadado, y te callarás. Y sin darte cuenta, está anulando tu personalidad por completo. Tendrás miedo de qué decir por si hiere o enfada a tu pareja. Si tienes que elegir entre decir algo que le molestará o no decirlo para estar bien, vas a evitar los problemas a toda costa. Y parecerá tu decisión pero es él quien se ha ido encargando de que no digas nada que le moleste utilizando su ira o sus silencios para conseguirlo.

Pero esto no queda aquí. El maltrato va un paso más allá y el súmmum del maltato invisible es el arrepentimiento. La montaña rusa del maltrato es que, en ocasiones estés rodeada de drama y el dolor más absoluto y, en cambio, en ocasiones te sientas como si vivieras un sueño. Claro, ¿cómo le vas a dejar si se arrepiente, te ha pedido perdón e incluso ha llorado, el pooobre? Ya se va a encargar le presión social -amigas, vecinas, familiares- de decirte que él es adorable, míralo, si te trajo flores. Si él dice que va a cambiar, que es la última vez, que controlará sus prontos. Y de repente estás en el paraíso: regalos, mimos, paseos, una invitación al cine, a cenar y... ya está, vuelve otra vez el infierno. Pero luego te pide perdón y se arrepiente y...

Te va a decir que eso él no lo ha hecho por nadie ni lo haría. Que es por ti porque eres única. Y a las personas nos encanta sentirnos únicas, ¿eh? Te va a hacer sentir la persona más especial del mundo y te dirá que son sólo prontos, que no pasa nada. Y llegará el día en el que él será lo único que te haga feliz, bien porque ya casi no sales con otras personas, bien porque él se habrá encargado de hacer que dependas de él, que te enamores hasta tal punto que tú tampoco imagines una vida sin él. Lo pasarás tan mal cuando discutáis que, cuando lo arregléis, te sentirás en el cielo. Y entonces, cuando ya le quieres, cuando ya sientes como si sólo le tuvieras a él en la vida, cuando te hace creer que sólo él te comprenda, que nadie te querrá como él, entonces es cuando justificas todas sus acciones sin darte cuenta. 

Y la razón de esto es porque el amor que nos venden los medios de comunicación, el cine, la música... está rodeado de la toxicidad que consideramos amor normal. Nos enseña dependencia (no puedo vivir sin ti), nos enseña que las relaciones valen la pena aunque te pases el día discutiendo (El diario de Noah) y hasta el si tiene celos es que me quiere (que lo podemos encontrar hasta en una frase que diría tu vecina). No nos damos cuenta de lo peligrosa que es nuestra manera de ver el amor hasta que ocurren asesinatos machistas y en algunos periódicos se les llama crímenes pasionales. Cuando cada canción que escuchamos están repletas de moriría por ti (chantaje emocional utilizado por muchos maltratadores: si me dejas me mato) y luego nos sorprendemos al observar que el último mensaje que dejaron los agresores a sus víctimas eran de amor y no de amenazas. Es el amor tóxico el que necesita ser analizado y reestructurado, porque todavía hay gente que los mensajes anteriores los considera tiernos y no dependientes, tóxicos y controladores. Y es que el maltrato se lleva a cabo por personas normales, por tus vecinos, amigos o conocidos. Con sus aficiones y sus trabajos. Y no hay un perfil de maltratador porque maltratador es el que ha asumido el amor tóxico que nos vende la sociedad y lo usa a su favor.

Wednesday, November 4, 2015

La bifobia está de moda

¿Cómo te sentirías si te dijera que no existes?
La bisexualidad está de moda, amigas. Y la bifobia (rechazo o discriminación a las personas bisexuales), también. O más todavía. La diferencia es que una se trata de una orientación sexual y, la otra, una forma de invisibilización y de violencia. La bisexualidad está de moda porque ahora hay dos personas de tu grupo que se han declarado abiertamente bisexuales, pero la heterosexualidad no está de moda cuando los ocho o nueve restantes se lo consideran. Estamos tan acostumbrados a la heteronormatividad que cualquier situación que nos descoloque los esquemas (y más si es en masa) parece que nos molesta. Igual no es que esté de moda, sino que comenzamos a atrevernos a decirlo en alto (creyendo que no nos iban a juzgar). No sólo sufrimos la violencia heteronormativa con situaciones como la mayor propensión a sufrir trastornos mentales al ser mujeres y bisexuales, sino que debemos asumir de personas que no se definirían como homófobas (ni se pasan por la cabeza que exista la bifobia) ciertos estereotipos que fomentan el desconocimiento a esta orientación sexual y el inconsciente rechazo:

Sí, soy bisexual.
Sí, estoy saliendo con alguien
No, eso no significa que ahora soy gay o heterosexual.
#1: Las personas bisexuales sólo estamos pasando por fase hasta que elijamos qué somos. Porque una persona que tiene una atracción sexual sólo hacia un género ha decidido que mejor tener una hija lesbiana que bisexual porque así tiene las cosas claras. Las mujeres bisexuales sólo lo somos para calentar a los hombres y los hombres bisexuales sólo son gays en el armario: sí, lo habéis adivinado, esto va sobre hombres. Esta teoría sostiene que si estamos indecisas, acabaremos decidiéndonos por hombres sea como sea. Porque ¿cómo iba a haber algo que no estuviera relacionado con su polla, amigas?

#2: Las personas bisexuales prefieren un género a otro. Quizás, ¿y? No, no, en serio, ¿y? Bueno, aquí me quedo esperando vuestra respuesta.

#3: A las personas bisexuales les gusta mucho el sexo. Bueno, aquí no me voy a defender, porque creéis que estáis insultando. Aquí sólo os daría la enhorabuena por saber qué hacemos todos y cada uno de los bisexuales, que ni yo lo sé (y ya va siendo hora). Pero diré que a las personas bisexuales nos gusta el sexo exactamente igual que a los heterosexuales: a veces sí, a veces no, a algunos sí, a algunos no. Algunos bisexuales follan con mucha gente, algunos bisexuales sólo follarán con una persona en toda su vida: y ambos son igual de válidos.

#4: Si estás con un hombre, ya no eres bisexual. Ya, ya, y si estás soltero dejas de ser heterosexual, ¿no? Poco más que añadir, ¡next!

Sí, soy bisexual.
No, no soy medio gay medio heterosexual.
#5: Si no te has liado nunca con una chica, ¿cómo sabes que eres bisexual? De la misma manera que tú llegaste virgen, hetero y pajero a los dieciocho. Y te creímos. Es más, te preguntamos a los cinco años si ya te habías echado novieta en el cole, porque ya asumíamos que eras heterosexual incluso antes de que te hubieras dado cuenta de que tenías compañeras en clase.

#6: Aquí ni título: no, no quiero un trío. Y si quisiera un trío, no sería porque soy bisexual, sino porque quiero un trío independientemente de mi sexualidad.

#7: Tienes más posibilidades de engañar a tu pareja por ser bisexual. Las personas infieles son las que ponen los cuernos, no las personas bisexuales. Igual que a ti por ser hombre heterosexual no te gustan todas y cada una de las mujeres del mundo, a mí por ser bisexual no me gusta cada ser humano de la Tierra.

Veréis, la bisexualidad existe. A veces me sorprende cómo tengo que decir todavía este tipo de cosas, pero así es. No debería ser menos válida para una chica si he salido con un chico antes y no debería ser menos válida para un chico si he salido con una chica antes y si crees que lo soy, es bifobia. Utilizo esta palabra porque no sólo sufrimos homofobia al salir con personas de nuestro mismo género, sino que, además, sufrimos la invisibilidad por parte de nuestro entorno y, en ocasiones, por parte del colectivo LGTB+ o GSD.


No sólo aceptamos todo aquello que viviremos sólo por ser mujeres, sino que encima aumentarán al ser bisexuales. Las mujeres bisexuales seremos utilizadas como fetiche sexual de un hombre, sin tomar en serio nuestra sexualidad. Y ser mujer y encima bisexual significa que tenemos que oír como cada vez que lo decimos, nos piden un trío o nos sexualizan hasta el extremo de insistirnos a besarnos con otras mujeres para su agrado.

Así es, la bisexualidad no es una fase pero la bifobia tampoco. Es una discriminación y hay que tomarla como tal. Y la bifobia no sólo está en violencia física o verbal, sino también en detallitos como la hipersexualización, la invisibilización masiva de toda una orientación sexual, el uso de tópicos para la invalidación de la misma, etcétera.

Ser bisexual no significa estar confundida, ser promiscua o preferir un género a otro, pero si es así no eres menos válida. Ser bisexual sólo significa que te gustan los hombres y las mujeres, nada más. Todo lo demás define vuestra personalidad, no vuestra sexualidad. Y ningún rasgo de tu personalidad invalidará tu sexualidad.

Friday, October 30, 2015

"Eres como uno más"

Las mujeres nos pasamos la vida intentando dejar de ser invisibles, intentando gritar más alto a ver si así nos ven, esforzándonos el triple para lo que se consigue casi sin esfuerzo. Y es que, en un mundo en el que un hombre es el visibilizado (en la política, en los deportes retransmitidos por televisión, etcétera) es difícil no intentar ser visible de alguna manera.

Y la manera en la que lo intentamos, inconscientemente, es intentando pertenecer al grupo dominante. En un mundo donde mandan los estereotipos y estamos subyugados a éstos, encontramos dos grandes polos donde concentrar todo tópico: están las cosas de chicos y las cosas de chicas.

Las cosas de chicos molan. Estar haciendo algo comúnmente de chicos es algo positivo. Si me obsesiono con una boyband o con un programa de cotilleo soy tonta (porque son "cosas de chicas") pero si me obsesiono viendo los deportes soy genial, la chica que todo hombre quisiera tener (porque aquí lo que importa es todo lo relacionado con ellos, no con nosotras: si hacemos algo porque queremos vale, pero que les guste).

Nos han obligado a cumplir ciertos estereotipos que se esperan de nosotras y nos han dicho que son inferiores a los estereotipos que se les obliga cumplir a ellos. Pasar dos horas maquillándote es una pérdida de tiempo, pero pasarte dos horas arreglando un coche te hará una chica a la que mirar diferente. Nosotras así lo aprendimos: habla de fútbol y te harán un poco de caso, habla de moda y soltarán suspiros o te dirán lo superficial que eres. Porque una chica vistiendo de azul es irrelevante, pero un chico vistiendo de rosa se llevará burlas. Porque una chica con pantalones fue una revolución, pero un chico con una falda se llevaría más de una reprimenda. Imitar lo que hace un hombre nos sube de nivel, mientras que imitar lo que hace una mujer, los baja.

«Necesito feminismo porque "no soy como las otras
chicas" se considera una cualidad.
Acabemos con el odio a las chicas.»
Cuando tu grupo de amigos te dice "eres como uno más", lo que te está queriendo decir es "no te voy a tratar como trato a las demás mujeres" y no nos damos cuenta de lo triste, misógino y repulsivo que puede llegar a ser eso. Pero es que "eres como uno más" significa que nos van a respetar, que no van a intentar ligar con nosotras hasta la saciedad, no van a inventar una frienzone que nos culpe de querer ser sus amigas, que no van a vernos sólo como un cacho de carne con agujeros. Que nos van a hablar de temas que ellos consideren importantes y nos van a escuchar cuando tengamos algo que decir: en fin, que nos van a tratar como a una persona. Así, cuando a nosotras se nos dice eso respiramos aliviadas, porque seremos visibles, aquello por lo que llevamos luchando, sin percatarnos, desde que nacimos.

No seremos pocas a las que se nos ha intentado halagar diciéndonos "no eres como las demás chicas" porque no cumplamos los estereotipos que nos induce la sociedad o porque de verdad piensan que nos están piropeando. 

Y yo, después de años intentando llegar a ser como uno más, desisto: no quiero subir de nivel si no es con todas. Yo sí que soy como las demás chicas. No quiero alejarme de la que chilla cuando ve una cucaracha ni de la que se acerca a verle las antenas. No quiero alejarme de la que no habla de cagar ni de la que se tira eructos delante de sus amigas. Yo sí que soy como todas esas chicas. Y todas estas chicas somos maravillosas. Las que se maquillan y las que hablan de motos. Las que se lesionan jugando a fútbol y las que lo hacen bailando ballet. Las que dicen palabrotas y a las que pisas y dicen jopetas. Las que van a la Fashion Week y las que van a ver la Fórmula 1. Las que leen El club de la lucha y las que prefieren el Hola. Yo sí que soy como las demás chicas, porque ser como las demás chicas no es un insulto, es un orgullo. 

Thursday, October 22, 2015

La mujer naturalmente perfecta

La mujer naturalmente perfecta. O lo que nos dice la televisión que es la perfección. Una mujer sin heridas, estrías o marcas de cualquier tipo. Una mujer con los ojos lo suficientemente grandes como para entrar en los cánones occidentales. La nariz chata y los labios carnosos. Las pestañas largas y negras sin necesidad de rimel. La piel suave y lisa sin necesidad de maquillaje o crema. El pecho grande, pero firme. La cadera estrecha, el culo prominente, las piernas separadas y largas.

Esa imagen que todos tenemos en la cabeza no es sinónimo de perfección sino de photoshop. La mujer naturalmente perfecta no existe. La televisión -sorpresa- nos miente. La sociedad -sorpresa- nos impone un canon imposible. Y no sólo imposible, sino peligroso.

El consejo está equivocado de destinatario
no debemos decir a las personas "cuídate"
o "adelgaza". Tenemos que decirle a la
sociedad: deja de intentar avergozarnos
por nuestro cuerpo.
Resulta que la mujer naturalmente perfecta es un concepto  inventado desde la hipocresía más brutal del patriarcado. Natural significa tener los pechos firmes sin operarse, pero también teñirse o cortarse el pelo si hace falta. Natural significa no tener ni una sola estría a pesar de haberte desarrollado, pero también depilarte todo el cuerpo aunque, como humanas que somos, el pelo crezca. Natural significa lo que a ellos les convenga que natural signifique.

Cuando te dicen "las mujeres estarían más guapas al natural", "a mí lo que me gusta es una chica natural, sin maquillaje ni operaciones", en realidad te están diciendo "yo quiero a la mujer naturalmente perfecta: quiero que no se ponga maquillaje porque ya tenga la piel lisa, que no le haga falta rimel porque tenga unas pestañas largas y negras, que no se opere los pechos porque los suyos desafíen a la gravedad siendo grandes y firmes".

Por eso, lo más jodido de su canon de belleza no es que nos pasemos la vida suspirando por ser alguien que no somos, no es sólo que nos sintamos inferiores por haber nacido de determinada manera. Es que resulta que esforzarse por llegar a ello no vale.

Era de esperar. Somos feas si no nos maquillamos y somos superficiales si lo hacemos. ¿No entras en los cánones? Fea. ¿Entras en los cánones después de haberte esforzado, gastado dinero y tiempo? Superficial, falsa, mentirosa.

Se van a encargar de decirte que los pechos pequeños no valen y se van a encargar, si te operas, en decirte que los pechos operados no cuentan. Que la que come mucho y no engorda es genial, estupenda y envidiable pero, si te pones a dieta y te esfuerzas en intentar llegar al canon, estás obsesionada. Se van a encargar de hacerte creer que no sólo eres criticada por no cumplir los cánones de belleza sino que también vas a serlo por intentar cumplirlos.

Claro, ojalá vivamos un mundo futuro donde las niñas nazcan con un cuerpo que jamás consideren castigo, sino compañero. Ojalá las niñas con pecho pequeño no escuchen de la televisión que es un defecto y no una mera característica física. Mientras tanto, intentemos amar nuestros cuerpos, respetemos a las que se quieren tal y como son y, también, a las que necesitan un cambio para quererse dentro de una sociedad que, prácticamente, las obliga aunque las rechace después.
Debora adora sus pequeños pechos mientras que
Danielle ha elegido someterse a un aumento
de pecho. Chicas, ¡la elección es vuestra!
Es tu cuerpo y tú deberías tomar la decisión
que te hiciera más feliz.

El sistema nos crea un rechazo a unas supuestas imperfecciones (estas sí, naturales pero de las que no valen) y, a la vez, que aunque consigamos eliminarlas, no va a valer de nada porque no nacimos así. Quieren que nos hinchemos a hamburguesas pero que estemos delgadas, que no usemos cremas o cosméticos pero que parezcamos recién salidas de anunciar algún producto de Nivea (sin echarnos ni una pizca, recordad). Quieren castigarnos por haber nacido sin cumplir el canon, quieren castigarnos por crecer, desarrollarnos, por algo que no hemos elegido. Quieren avergonzarnos por ser naturales y, a la vez, por querer ser perfectas según sus cánones. Y nos olvidamos de que ya somos la mujer naturalmente perfecta, la de verdad, que es todas y cada una de nosotras. Porque existimos y eso es prueba suficiente de nuestra naturalidad, porque nos merecemos querernos y eso es prueba suficiente de nuestra perfección. Dejemos de sobrevivir encerradas en un cuerpo y aprendamos a vivir con él, porque es nuestro, porque somos nosotras: y no habrá nada mejor que eso.




«Y le dije a mi cuerpo "quiero ser tu amiga". Exhaló un hondo suspiro. Y contestó "he estado esperando toda mi vida para esto"», Nayyirah Waheed

Wednesday, September 16, 2015

Criticar Gran Hermano como ejemplo de pérdida de tiempo

Todo por el pueblo pero sin el pueblo, llega el nuevo paternalismo clasista casi tres siglos después pero con una nueva dosis de superioridad intelectual e incluso moral sobradamente equivocadas.

Os voy a presentar al repartelecciones. En realidad, el repartelecciones es el cuñado de toda la vida de Dios. Es el que va a decidir si lo que haces es lo correcto o no, si tu forma de entretenerte es la adecuada o si estás llevando una vida que puede ser tildada de errónea. Es también, por supuesto, el que decidirá lo que significa perder el tiempo o lo que, por el contrario, significa tener una afición o un pasatiempo entretenido.

Ver Gran Hermano es un ejemplo de pérdida de tiempo. Esto te lo dirá alguien que cada día se lee un clásico diferente: hoy toca Fitzgerald, mañana Kafka y pasado Tolstoi. Alguien que, en sus ratos libres, disfruta como un pequeño viendo documentales sobre la reproducción de las amebas en La 2 y que sólo ve programas como Saber y ganar o, si me apuras, quizá Pasapalabra. Que el reggeaton que ponen en los resúmenes de Gran Hermano es música para idiotas te lo dirá quien sabe perfectamente distinguir la sinfonía nº 15 de Mozart de la nº 34 en menos de cinco segundos. Que sólo sale de su casa para ir a museos o al teatro y no bebe (a no ser que vaya a una degustación enológica) ni ha pisado una discoteca en su vida. Que sabe de economía, política, sociología, medicina y todas y cada una de las ingenierías existentes. Que habla unos cuatro o cinco idiomas. En fin, un erudito, un ser capaz de decidir quién es idiota y quién no porque él sabe de todo. Es alguien que jamás pierde el tiempo (según su inventada escala de Richter para medir qué es perder el tiempo y a qué nivel).

Bueno, me habéis pillado, quizá no. Quizá este tipo no sólo no esté leyendo El Quijote mientras nosotros, idiotas y tremendamente incultos, vemos Gran Hermano. Quizá incluso lo único que haga en ese periodo de tiempo sea vanagloriarse por no estar viendo la tele. Ya está. Ni Mozart ni enología ni hostias. Simple autocomplaciencia.

Pero ¿y lo que mola? Sentarse en un sofá, televisión apagada y libro descansando en el mueble, móvil en mano y tweets sobre lo idiotas que son los que tienen la televisión encendida. No sé qué decirte, amigo... Pero lo interesante de todo esto no es la necesidad de competir y, sobre todo, ganar: ya sea por no ver un programa de televisión o por ser tú el único que no vota al PP en una masa de alienados por el sistema. Qué más da por lo que sea, aquí el superior eres tú. Los demás es que somos tontos. ¡Nada de culpas al sistema, nada de culpas a la sociedad! La culpa es nuestra, por tontos.

Nosotros, es decir; tu vecina, tu compañero de clase, la señora con la que te cruzas para comprar el pan, el que te arregla el desagüe, la señora que limpia tu casa, los padres de tu amigo de la infancia... nosotros, es decir; el pueblo, somos idiotas. Porque ver un programa tres horas por semana nos impide estar concienciados o porque no estar concienciados es culpa nuestra.

Resulta que a esta panda de idiotas no les hacéis un favor riéndoos de ellos. Resulta que si creéis que el sistema nos aliena, nos adjudica comportamientos por nuestra clase social o nos asigna modos de entretenimiento banales, deberíais cambiar de enemigo.

Aunque, si queréis ir más allá, y vosotros que sois tope listos seguro que podéis: no sólo podemos ver Gran Hermano tres horas por semana y luego leer clásicos o ver documentales, sino que además no hace falta leer clásicos ni ver documentales. En serio, os lo juro, no hace falta. Sorprendente, ¿verdad? No sólo no somos tontos por ver Gran Hermano sino que ser tonto no es algo malo. Si ser tonto significa entretenerte viendo la televisión, no saber diferenciar entre cóncavo y convexo, no hablar inglés, leer a Federico Moccia en vez de a García Márquez, no oír diariamente a Beethoven... entonces, querido amigo, el pueblo es tonto. Si ser tonto significa no saber de fontanería, albañilería, no saber poner una lavadora, no entender la jerga de un barrio de tu ciudad, no saber ninguna canción de Pitbull... entonces, querido amigo, el tonto eres tú. Pero aquí la inteligencia la dictas tú y solo tú, como ser irrefutable y amo de la verdad absoluta, así que probablemente los saberes de los pobres sean los que no sirven y el tuyo sea el válido, bueno y absolutamente cierto. El término de cultura está bien mancillado por las clases altas para designar todo lo que ellos hacen y echar por tierra lo que el pueblo hace. Como ya nos decía Eduardo Galeano: "los nadies, los que no hacen arte, sino artesanía. Los que no practican cultura, sino folclore".