"¿Voy guapa?" le digo a mi madre a los 18, al probarme un vestido nuevo.
"¿Te parezco guapa?" le pregunto a mi primer novio, a los 14 años.
"¿Soy guapa?" me pregunta mi prima de sólo 8 años, "¿quién es la más guapa de las primas?"
"GUAPA" me grita un desconocido por la calle. Porque cree que es el mayor halago que me puede decir. Porque la sociedad nos enseña que lo mejor que podemos recibir de alguien es una alabanza por nuestra belleza.
Nos pasamos entre grupos de WhatsApp fotos de gente "fea". Para sentirnos guapas, todas -casualmente- queremos adelgazar. Se nos aconseja taparnos las ojeras, conseguir cremas antiestrías y antiacné, quitarnos el bigote y el entrecejo. Millones de mujeres se operan para conseguir pecho y culo o para quitarse tripa o papada. Las asiáticas sueñan con tener los ojos más grandes, nosotras con tener los labios más carnosos. "Has adelgazado" es un halago y "has engordado" encubre el consejo de adelgazar. Y aún osamos decir que la belleza es algo subjetivo.
La sociedad te lo deja bien claro: la belleza es un constructo social y lo que se considera bello o no bello, también. Una persona que crece en una sociedad que ensalza ciertas características y rechaza otras, aprende una idea de belleza y la interioriza de una manera tan natural que cree que su concepto de belleza es subjetivo, a pesar de coincidir al menos al 80% a lo que la sociedad nos vende de ella.
Nos enfrentamos a la situación de sentir envidia toda nuestra vida por la chica más guapa de la clase mientras ella sentía envidia por la chica más guapa del instituto. Porque nunca es suficiente y, a pesar de intentarlo o incluso de conseguir nuestras metas, siempre necesitaremos más. Nunca nos veremos lo suficientemente guapas, incluso la famosa por la que cambiaríamos nuestro cuerpo sin pensarlo tiene inseguridades y complejos.
No vemos el cuerpo como algo biológico sino como algo estético. Como un adorno o como un cachivache feo (y, por lo tanto, inservible). Observamos el cuerpo de una persona y sentimos que tenemos que atribuir la belleza o no en él, en lugar de verlo como un algo puramente biológico. Así pues, siempre que veamos un cuerpo como bello y por la dicotomía social, pensaremos que lo contrario es feo. A pesar de que los cánones que atribuyamos al cuerpo sean individuales y no colectivos.
Es decir, si de pequeña me dicen que para ser guapa tengo que ser delgada, adelgazaré sana o insanamente pero si de mayor me dicen que el canon cambia y lo que necesito es tener curvas, me operaré. Siempre que haya un canon de belleza habrá una jerarquía entre bellas y no bellas, aplique el canon un grupo reducido de personas o toda la población.
Por lo tanto, no es tanto llamar a todas las niñas guapas sean como sean sino ensalzar otras de sus características por las que sí se hayan esforzado: eres muy trabajadora, te has comportado muy bien con esta u otra persona, etcétera. Lo indispensable para una sociedad sin niñas inseguras no es decirles que pueden ser guapas sin seguir los cánones de belleza, sino decirles que no necesitan ser bellas ya que su cuerpo se ha hecho para mantenerlas con vida, no para ser un adorno social.
Acabo de ver el episodio 1x09 de la serie de Daria. Lo vi justo después de leer tu artículo y es que me pareció como el remate perfecto, por si alguien le quiere echar un ojo. Habla de lo mismo, el tema de la belleza y de cómo se nos neurotiza a las mujeres con los cánones.
ReplyDelete¡Me lo apunto! Muchísimas gracias.
DeleteEs muy interesante lo que escribes. Hace mucha falta.
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